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viernes, 18 de septiembre de 2009

«He decidido convertirme al catolicismo porque no creo posible reformar el islam desde dentro»

Lo afirma Magdi Cristiano Allam en una entrevista publicada en El Mundo ayer.

EL SUBDIRECTOR DEL ‘CORRIERE DELLA SERA’ ES UNO DE LOS MAYORES EXPERTOS EN ISLAM. EL PASADO SABADO FUE BAUTIZADO POR EL PAPA EN LA BASILICA DE SAN PEDRO, MATERIALIZANDOSE ASI SU CONVERSION AL CATOLICISMO. EL GESTO HA DESPERTADO LA IRA DE LOS ISLAMISTAS EN TODO EL MUNDO

IRENE HDEZ. VELASCO

CARGO: Columnista, subdirector del ‘Corriere della Sera’ y especialista en Oriente Próximo / EDAD: 55 años / FORMACION: Licenciado en Sociología por la Universidad de la Sapienza de Roma / CREDO: Católico / SUEÑO: Que los musulmanes puedan convertirse al catolicismo con la misma libertad y visibilidad con la que los católicos lo hacen al islam

Magdi Allam es un hombre delgado y de aspecto frágil. Y parece aún más desvalido en medio de los tres fornidos guardaespaldas que constantemente le acompañan. Aunque él está tan habituado a su presencia que no se siente cohibido ante ellos. Hace ya cinco años que este ensayista y periodista nacido en Egipto, pero afincado en Italia desde hace 35 años, vive con escolta policial, a causa de las amenazas de muerte proferidas contra él por extremistas islámicos.

No en vano, y muerta Oriana Fallaci, este subdirector del Corriere della Sera que en breve presentará en España su libro Vencer el miedo se ha convertido en el mayor fustigador público que hay en Italia contra el islam y en defensor a ultranza de la civilización occidental. Pero tiene algo de lo que la Fallaci y tantos otros detractores de la religión musulmana carecen: un conocimiento privilegiado del islam, asequible sólo a alguien que ha vivido ese credo desde dentro.

Pero después de 55 años viviendo como musulmán, Magdi Allam se convirtió el pasado sábado al catolicismo. Su bautismo, oficiado por Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro durante la vigilia pascual, ha desencadenado un alud de críticas por parte de musulmanes radicales, moderados e incluso de católicos. Y una nueva condena a muerte contra él, dado que muchos terroristas islamistas defienden que la apostasía del Corán se debe de castigar con la pena capital.

PREGUNTA.- ¿Se esperaba la riada de protestas y reacciones que ha provocado su bautismo?

RESPUESTA.- Déjeme en primer lugar señalar que la mayoría de las reacciones que estoy recibiendo son de afecto y de solidaridad. Pero, por supuesto, daba también por sentado que iba a haber reacciones críticas, duras e incluso violentas. Es algo que me duele, pero a la vez me reafirma en la decisión que he tomado.

P.- Usted lleva cinco años condenado a muerte por los extremistas musulmanes por decir cosas como que el islam es una religión fisiológicamente violenta. ¿En qué basa esa afirmación?

R.- Permítame antes que le explique algo. Yo soy una persona a punto de cumplir 56 años, nacido y criado como musulmán en un contexto particular que me ha llevado a estudiar en una escuela católica en El Cairo y a trasladarme después a Italia, donde estudié en la Universidad. Siempre he estado fuertemente interesado en la dimensión de los valores. Obviamente, he conocido bien el islam desde dentro, he frecuentado a muchísimos musulmanes y sé de qué hablo cuando hablo de esta religión. Y es necesario, además, tener en consideración que desde hace cinco años vivo bajo protección policial, porque a causa de mis opiniones he sido condenado a muerte y repetidamente amenazado por extremistas y terroristas islámicos, empezando por algunos que operan fuera de Italia como Hamas, pero también de otros con base en Italia. Esta situación no es un mero detalle en mi vida. Desde el momento en el que he sido condenado a muerte, mientras yo me empeñaba en promover un islam moderado en Italia, me he sentido obligado a reflexionar sobre este credo. A preguntarme si el islam es compatible con los valores que son el fundamento de nuestra humanidad. Me he visto obligado a hacerme esa pregunta porque lo que estaba en juego era mi propia vida.

P.- ¿Y a qué conclusión ha llegado?

R.- El Corán, la obra y las palabras de Mahoma son incompatibles con los valores fundamentales de nuestra civilización occidental, es decir, con la concepción de la vida como un don sagrado desde el nacimiento hasta la muerte, con el pleno respeto de la dignidad de la persona (incluida la igualdad entre hombres y mujeres) y con la libertad de elección del individuo. Si no fuera así, yo no habría abandonado la religión islámica. Pero si he decidido convertirme al catolicismo es porque estoy completamente desilusionado de la posibilidad de reformar el islam desde dentro.

P.- ¿Quiere decir que no cree que exista un islam moderado?

R.- Yo creo que el islam en cuanto religión que tiene en el Corán su fundamento doctrinal es una realidad que no admite reformas. De hecho, está concebido para ser intocable, inmodificable y, por tanto, no interpretable. Creo que efectivamente no se puede hablar de un islam moderado. Pero otra cosa son los musulmanes, entre quienes sí existen moderados. Hay musulmanes que tienen unos valores y compatibilizan su fe con la razón. Con ellos no sólo es posible el diálogo, sino que es un deber. Yo estoy a favor del diálogo con los musulmanes, pero siempre que, como punto de partida, éstos reconozcan que la vida es un don sagrado y defiendan la libertad de la persona y la libertad de elección del individuo. Estos son valores innegociables e inalienables previos a cualquier negociación y que representan la esencia de nuestra humanidad.

P.- Sin embargo, su conversión al catolicismo no sólo ha provocado la ira de los fundamentalistas islámicos. Los mismos 138 intelectuales musulmanes moderados que recientemente enviaron una carta al Papa abogando por el diálogo interreligioso también han sido muy críticos con su bautismo a manos de Benedicto XVI.

R.- ¿Moderados, dice usted? Han escrito una carta muy dura al Papa intimándole a romper cualquier relación conmigo y han condenado mi conversión como un gesto de apostasía. Eso confirma que no puede existir moderación si antes no se comparten unos valores fundamentales que hoy por hoy están absolutamente ausentes. Estos 138 musulmanes que usted me señala no son moderados, son falsos moderados que tratan a través de juegos de palabras de esconder sus intenciones verdaderas y su auténtica realidad ideológica.

P.- ¿Por qué muchas personas en Europa no ven el islam de la misma manera que usted?

R.- Occidente está enfermo de relativismo en el plano cognitivo, cultural, religioso y ético. Este relativismo ha llevado a imaginar que todo y todos están sobre el mismo plano y que se debe apreciar todo y a todos prescindiendo del contenido, que no se deban usar parámetros valorativos y críticos ante realidades diversas para no herir su susceptibilidad. Ese relativismo es el que en el plano político ha producido lo políticamente correcto, esa actitud que por nada del mundo quiere crear tensiones con los otros, que prefiera la autocensura como mecanismo para prevenir reacciones negativas por parte de los otros. En el plano social, el relativismo ha producido el multiculturalismo, un modelo de convivencia social que se imagina que es suficiente regalar la libertad y los derechos a todos para que esta libertad y estos derechos se conviertan automáticamente en patrimonio de la colectividad. Sin embargo, el resultado ha sido el opuesto. Porque la libertad y los derechos sin vínculos, y sobre todo sin un común aglutinante fundado sobre el equilibrio entre los derechos y los deberes, ha hecho que se creara un vacío en el plano de la identidad y que se produjera el desmoronamiento del tejido social.

P.- Sin embargo, algunas acciones por parte de Occidente, como por ejemplo la invasión de Irak, también han contribuido a insuflar el fundamentalismo islámico, ¿no cree?

R.- Occidente cree que la violencia del terrorismo islámico es de naturaleza reactiva, y no de naturaleza agresiva como en realidad es. Este Occidente se considera culpable de todos los males sobre la faz de la Tierra. Si alguno se hace saltar por los aires en alguna parte del mundo o si una bomba estalla donde sea, Occidente considera que es culpa suya. Occidente no se ha enterado de que hay en marcha una guerra mundial globalizada desencadenada por el terrorismo islámico y dirigida a imponer su poder a través de una suerte de califato globalizado aprovechando los regímenes en el poder en los países de mayoría musulmana y tratando de condicionar lo más fuertemente posible a los gobiernos occidentales, presionando a los elementos más radicales de los musulmanes presentes en esos países. Pero, por desgracia, Occidente hasta ahora no lo ha entendido.

P.- No sólo los musulmanes han criticado su conversión. También lo han hecho muchos católicos, asegurando que quizás no era necesario que le bautizara el Papa en persona, en la Basílica de San Pedro, durante la vigilia pascual y en una ceremonia retransmitida en directo por la televisión italiana…

R.- Yo realmente no alcanzo a comprender cómo algunos católicos pueden llegar a pensar que sea un escándalo el que yo me haya convertido en la Basílica de San Pedro durante la vigilia pascual, y a considerar como un agravante el que haya sido el Papa el que haya administrado el sacramento del bautizo y de la eucaristía. El mensaje que dan estos católicos es que bautizarse, convertirse a la religión católica, es una especie de vergüenza que habría que realizar sólo secretamente, a escondidas. A mí lo que me ha distinguido como musulmán es haber sido un espíritu libre. Siempre he dicho lo que he pensado, y siempre he hecho lo que pensaba. He intentado en todo momento ser plenamente yo mismo. Y continuaré haciéndolo de católico.

P.- ¿Cómo explica entonces que muchos católicos consideren su bautismo como una provocación?

R.- La conversión es un derecho, un acto de libertad, no una provocación. Estamos hasta tal punto sometidos al pensamiento relativista, estamos hasta tal punto subyugados del miedo al terrorismo islámico, que terminamos creyendo que el ejercicio de una libertad y de un derecho puede ser considerado una provocación. Esto significa que este Occidente ya se ha sometido al terrorismo de cortarse la lengua, de aquéllos que han logrado imponer la autocensura para no decir lo que verdaderamente se quiere decir y decir en cambio lo que ellos desean oír.

P.- ¿Y por qué cree que el Papa ha querido bautizarle en persona, sabiendo quizás que podía ser fuertemente criticado por ello?

R.- Si el Papa ha decidido voluntariamente llevar a cabo el gesto de bautizarme, creo que ha tenido fuertes motivos para hacerlo. A mí lo que me parece es que el suyo ha sido un gesto de gran sabiduría y de gran valentía, porque ha antepuesto las razones de la fe a las de la diplomacia y la política, que es lo que debe hacer un Pontífice que encarna un poder esencialmente espiritual. Yo creo que los católicos, sobre todo aquéllos que son grandes prelados de la Iglesia católica, deberían tener mayor respeto por el Papa, que es el vicario de Cristo en la tierra. Lo que está ocurriendo en algunos sectores de la Iglesia críticos con el Papa es una confirmación de que el relativismo ha terminado por contagiar a la propia Iglesia. Yo estoy totalmente a favor de Benedicto XVI. Y no sólo ahora. También estaba de su lado cuando era musulmán. Soy uno de los pocos periodistas de las grandes cabeceras italianas que ha defendido de manera extrema y absoluta al Papa tras su discurso de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006. Y no he defendido sólo el derecho a la libertad de expresión del Papa, le he defendido también por el valor de lo que dijo. Yo apoyo lo que dijo en Ratisbona.

P.- Federico Lombardi, el jefe de la oficina de prensa del Vaticano, precisaba el jueves que el Papa le haya bautizado no significa que comparta sus ideas respecto al islam. ¿Qué le parece?

R.- Pues algo obvio . Faltaría más.

P.- ¿Teme que su bautismo pueda desencadenar reacciones violentas contra usted o contra Benedicto XVI?

R.- Analicemos lo que los islamistas están tratando de hacer, el juego sucio que están siguiendo. En primer lugar, tratan de criminalizarme, diciendo que Magdi Allam jamás ha sido musulmán porque nunca ha sido practicante, que en realidad no se puede hablar de conversión porque no era un musulmán. También dicen que soy un vendido a Israel, esgrimiendo en ese sentido que mi último libro se llama Viva Israel.

Dicen, asimismo, que estoy a sueldo de Israel, por haber obtenido el premio internacional Dan David que concede una fundación israelí y que he compartido con otros tres periodistas, incluido otro musulmán de Indonesia. En fin, afirman que he traicionado el islam. Mi criminalización busca desacreditar al Santo Padre. Me criminalizan para poder atacar al Papa, ése es su verdadero objetivo y debemos ser conscientes de ello. Pero, por desgracia, por culpa de los católicos que ya han expresado sus críticas y su contrariedad a mi conversión a manos del Papa y de los famosos 138 moderados musulmanes, se esta creando un clima bastante feo, el mismo que suele preceder a las explosiones de violencia.

«Bautizarme ha sido lo más importante de mi vida, he renacido»

¿Cómo ha cambiado su vida desde el pasado sábado, cuando fue bautizado?

- Me siento más sereno, más tranquilo, más feliz. Siento una absoluta sintonía entre los valores en los que siempre he creído y el contexto espiritual, cultural y social del catolicismo, la religión a la que me he unido. Me siento fuerte y determinado a seguir luchando para afirmar la verdad, la vida y libertad.

¿Qué sintió al ser bautizado por el Papa?

- Una alegría inmensa. Durante las tres horas anteriores al bautismo estuve nerviosísimo, porque era consciente de que iba a ser el hecho más importante de mi vida. De hecho, bautizarme ha sido como renacer.

¿Conocía a Benedicto XVI de antes?

- No. La primera y única vez que le he visto ha sido cuando me bautizó. Aunque espero poder verle en una audiencia futura.

¿Cuándo comenzó su proceso de aproximación al catolicismo?

- Ha sido un camino gradual y lento. De niño, desde los cuatro a los 18 años, conocí el mundo católico a través de las escuelas italianas católicas en El Cairo a las que fui, primero una guardería de monjas y después un colegio de sacerdotes salesianos. Ir a esos centros me hizo conocer la realidad de religiosos que testimoniaban su fe a través de obras que correspondían al bien común. Pude leer la Biblia, los Evangelios, ir a misa.

¿Su familia era musulmana practicante?

- Mis padres estaban separados, y fue mi madre quien se ocupó de mí. Era baby sitter en una rica familia de El Cairo. Posteriormente se fue a Arabia Saudí para trabajar al servicio de una princesa, y ahí se volvió aún más radical en su religiosidad. Se fue de Egipto con el pelo descubierto y volvió de Arabia con un velo hasta los pies.

¿Y ahora?

- Mis dos padres han muerto. Es más, cuando mi madre murió en 1992, yo mismo, cumpliendo su deseo, la sepulté en Medina. Para mí ese fue un momento muy dramático porque participé de la excavación de la fosa y en la deposición de los restos y, como es tradición en los funerales en Arabia Saudí, no se deja ninguna señal en la tumba. Así que una vez se sepulta a una persona, anda unos pasos y ya no sabe donde está enterrada. Esto para mí fue un trauma.

Creo que usted tiene un hijo de nueve meses al que ya bautizó hace un mes.

- Sí, así es.

Y el próximo 22 de abril, día de su 56 cumpleaños, se casará por la Iglesia con su mujer.

- Sí. El mismo día del año pasado nos casamos por lo civil, y este año nos casaremos por la Iglesia. De ese modo completaré mi ingreso en el catolicismo.

LA CUESTION

- ¿Ha querido usted transmitir algún mensaje con su bautismo público?

- Espero que pueda ser un ejemplo para tantos musulmanes que viven en secreto su conversión al catolicismo. Yo conozco varios. Porque la realidad es la siguiente: hoy en Italia hay varios millares de italianos que se han convertido al islam, y lo han podido hacer en absoluta libertad, lo pueden proclamar públicamente, participan en convenios, se mueven con la más absoluta seguridad… Sin embargo, los musulmanes que se convierten al islam han de hacerlo a escondidas, porque si no pueden ser condenados a muerte por apostasía. Es una situación inaceptable a la que se debe poner fin inmediatamente. Porque si en Italia no existe libertad religiosa, si un musulmán no es libre de convertirse, si no es libre de proclamar públicamente su conversión, si no es libre de decir que se siente orgulloso de haberse convertido al catolicismo, significa que la civilización italiana está muerta, que los valores que han permitido el desarrollo, el crecimiento y la riqueza de la Italia ya no existen.

Que Dios le bendiga.

Sacado de aquí.

Musulmanes conversos: 'Los cristianos no os dais cuenta del tesoro que tenéis'

Es difícil dar con ellos, pero son más de los que cabría pensar. Probablemente en Italia han conseguido vencer antes el miedo a mostrarse en público y a ofrecer su testimonio, pero también los tenemos entre nosotros, y en toda Europa: musulmanes convertidos al catolicismo que, incluso poniendo en peligro su vida, han conocido a Cristo y han querido recibir el bautismo. El periodista italiano Giorgio Paolucci y el periodista libanés Camille Eid han escuchado de primera mano el relato de muchos de estos conversos- «es muy difícil convencer a las personas para que hablen», aseguran- y el testimonio ha quedado por escrito en el libro «I cristiani venuti dall’Islam» (los cristianos que llegaron del Islam), editado por Piemme. Un libro que, según sus autores, lanza tres desafíos: al islam, para que reconozca la libertad religiosa, a las autoridades civiles para que garanticen esta libertad; y a los propios cristianos, para un reencuentro con Cristo.

«Mientras los occidentales que se convierten al islam son muy conocidos, van a televisión, son presidentes de asociaciones islámicas y no tienen problemas de visibilidad, los musulmanes convertidos al cristianismo son personas que, por tomar esta decisión, se encuentran con discriminaciones y amenazas, que pierden los derechos civiles en algunos países islámicos, que corren el riesgo de la pena de muerte o son rechazados por los mismos familiares y amigos porque son acusados de apostasía», explica Paolucci en una entrevista a la agencia Zenit.

La investigación llevada a cabo por ambos periodistas habla de algunos centenares de conversos en Italia provenientes de países del norte de África, de Oriente Medio y de Asia. Algunos han sido bautizados en Italia, otros en su país de origen o en un tercero, y luego se han trasladado a Italia.

«Historias milagrosas»

Entre las historias recogidas se encuentra la de una joven argelina de padre católico y madre musulmana que llegó al catolicismo a través del testimonio de una compañera de clase; un soldado bosnio musulmán que conoció a Cristo en una cárcel italiana; una joven turca que soñó sin saberlo con el Papa Juan XXIII, un joven turco a quien el Corán no ofrecía respuestas hasta que leyó el Evangelio y hoy se prepara para ser sacerdote, e incluso un argelino que se convirtió escuchando Radio María. «Son historias milagrosas, como es milagrosa toda conversión», asegura Paolucci, que dice haber encontrado en estos conversos «interrogantes que están en el corazón de cada persona: el sentido de la vida, la felicidad, el amor, la amistad, qué hay después de la muerte...». Cuenta que, durante la investigación, quedaron impresionados por la frescura y el coraje de estos conversos, y especialmente conmovidos por las palabras de un argelino: «No os dais cuenta del tesoro tan grande que tenéis. Jesucristo ha revolucionado nuestra vida. Tenéis el joyero con la tapa cerrada y dentro hay un tesoro. Nosotros vamos a vuestras iglesias y no vemos el tesoro, venimos a un país católico, como Italia, y vemos que el joyero está cerrado; en cambio, debéis tenerlo abierto porque el tesoro es para todos. Debéis comunicar a Jesús a los inmigrantes que llegan, y sin embargo sois tímidos y tenéis vergüenza».

Autor: solidaridad.net- Fecha: 2006-11-17

Mapa de Religiones

Mapa interactivo de la evolución de las más importantes religiones a lo largo de toda la historia. Especial atención a la evolución del Islam, y luego a la cristiana.

¿En qué se diferencia cada una?

Ver aquí.

quita-Catedral de Córdoba


Copio de La Yihad en Eurabia.

Toca referirse una vez más a la Basílica-Mezquita-Catedral de Córdoba. En este caso se trata de un artículos del diario de Córdoba en que leo esto:

(…) el crucero catedralicio de los obispos Alonso Manrique, Leopoldo de Austria y Fray Diego de Mardones, ha evitado la ruina de la Mezquita. Si los benimerines no hubieran sido derrotados por Alfonso XI en la Batalla del Salado, hubieran hecho en la Mezquita de Córdoba lo mismo que hicieron los bereberes norteafricanos en el siglo XI cuando destruyeron Medinat-al Zahara.

Y sin embargo, es un tópico decir que la catedral construida dentro de la mezquita la estropea…

(…) muchos de los cimacios (base de los arcos) de la antigua basílica de San Vicente fueron borrados con martillos para esculpir alegorías al sol de origen visigodo. Pero todavía en el centro de la cara exterior de uno de ellos puede observarse una cruz, símbología cristiana de la primitiva basílica del siglo VIII. Otro aspecto totalmente novedoso es que en la capilla de San Bartolomé, que alberga los restos mortales de Luis de Góngora, han aparecido una serie de frescos datados del siglo X que corresponden a la quibla donde aparecen unos cervatillos. Estos motivos pictóricos se relacionan con los de Medinat - al - Zahara.




Y a continuación, lo más importante:

– ¿Existe alguna otra novedad arqueológica respecto a esta primitiva basílica que subyace bajo la Mezquita de Abderramán I?

– El descubrimiento más importante y que precisamente está recogido en nuestro libro son los mosaicos tardorromano - visigodo - bizantinos que encontró hace un año el arqueólogo Pedro Marfil. Los informadores turísticos siempre hemos contado que la Mezquita se edificó sobre la basílica de San Vicente pero nunca lo hemos podido demostrar. Ahora se pueden ver a través de una cata arqueológica desde la que se divisan los motivos de los mosaicos, entre los que destaca una crátera.


Es obvio que no porque le llamemos mezquita tienen los musulmanes derecho alguno sobre ella.

La verdad sobre las Cruzadas: Deshaciendo los topicazos.

Os dejo aquí un artículo imprescindible sobre las cruzadas:

Las Cruzadas

El juego musulmán:

A los musulmanes les encanta hablar de las Cruzadas… y a los cristianos les encanta pedir perdón por ellas. Escuchando como relatan esta historia ambos grupos, uno podría creer que los musulmanes estaban ocupándose pacíficamente de sus propios asuntos en tierras que eran legítimamente musulmanas, cuando los ejércitos cristianos decidieron hacerles la guerra santa y “matar a millones”.

La verdad:

Cada parte de este mito es una mentira. De acuerdo a las reglas que los musulmanes se aplican a sí mismos, las Cruzadas estaban perfectamente justificadas, y los excesos (excesos según los cánones cristianos) palidecen en comparación con el tratamiento que sufrieron históricamente a manos de los musulmanes las poblaciones conquistadas.

He aquí algunos datos rápidos…

La Primera Cruzada comenzó en 1095… 460 años después de que la primera ciudad cristiana fuese invadida por los ejércitos musulmanes; 457 años después de que Jerusalén fuese conquistada por los ejércitos musulmanes; 453 años después de que Egipto fuese tomado por los ejércitos musulmanes; 443 después de que los musulmanes saqueasen Italia por vez primera; 427 después de que los ejércitos musulmanes sometieran a sitio por primera vez a Constantinopla, capital cristiana; 380 años después de que casi toda España fuera conquistada por los ejércitos musulmanes; 363 años después de que Francia fuera atacada por vez primera por los ejércitos musulmanes; 249 años después de que la misma Roma fuera saqueada por un ejército musulmán, y sólo tras siglos de quemas de iglesias, asesinatos, esclavización y conversiones forzadas de cristianos.

Para cuando finalmente comenzaron las Cruzadas, los ejércitos musulmanes habían conquistado dos tercios del mundo cristiano.

Europa había sido acosada por los musulmanes desde los primeros años que siguieron a la muerte de Mahoma. Tan pronto como en 652, los seguidores de Mahoma lanzaron incursiones contra la isla de Sicilia, llevando a cabo 200 años después una ocupación completa que duró más de dos siglos y que estuvo jalonada de matanzas como la de la ciudad de Castrogiovanni, en la que murieron unos 8000 cristianos. En 1084, diez años antes de la Primera Cruzada, los musulmanes desencadenaron otra incursión devastadora contra Sicilia, quemando iglesias en Reggio, esclavizando monjes y violando a las monjas de un convento antes de llevarlas consigo como cautivas.

En teoría, las Cruzadas estaban motivadas por el acoso a los peregrinos cristianos que partían de Europa hacia Tierra Santa, muchos de los cuales fueron secuestrados, hostigados, forzados a convertirse al Islam o incluso asesinados (Compárese esto con la justificación que el Islam hace de sus matanzas sobre la base de que, en tiempos de Mahoma, a los musulmanes se les denegó el acceso a La Meca en sus peregrinaciones).

Los cruzados sólo invadieron tierras que fueron cristianas. Nunca atacaron Arabia Saudita o saquearon La Meca como los musulmanes habían hecho (y continuaron haciendo) con Italia y Constantinopla.

El período de “ocupación” cruzada (de las tierras anteriormente suyas) duró menos de dos siglos. La ocupación musulmana está en su año 1372.

El período de “agresión” cruzada comprende unos 20 años de campaña militar real, gran parte de los cuales se gastaron en la organización y el viaje. (Tuvo lugar en 1098-1099, 1146-1148, 1188-1192, 1201-1204, 1218-1221, 1228-1229, y 1248-1250). En comparación, la Yijad musulmana tan sólo contra la isla de Sicilia duró 75 chirriantes años.

A diferencia de la Yijad, las Cruzadas nunca se justificaron con enseñanzas del Nuevo Testamento. Este es el motivo de que sean una anomalía, un hecho puntual entre catorce siglos de Yijad incansable que comenzaron mucho antes de las Cruzadas y que continuaron bien después de que éstas hubieran terminado.

El mayor crimen de los cruzados fue el saqueo de Jerusalén, en el que se dice que 30.000 personas fueron masacradas. Esta cifra es una enanez comparada con el número de víctimas de la Yijad, desde la India a Constantinopla o Narbona. Sin embargo los musulmanes nunca se han disculpado por sus crímenes y nunca lo harán.




Lo que en otras religiones recibe el nombre de “pecado y exceso” en el Islam es llamado “el deseo de Alá”.



Sacado de aquí, y encontrado en Las Navas.

Las Cruzadas: entre la realidad y la leyenda negra

Artículo de Eurabian News originalmente sacado de aqui.

No se aplaca el debate sobre el significado de las Cruzadas. También porque la distancia de final de milenio entre el Occidente y el Islam evoca escenarios sugestivos.

Según el conocido escritor católico Vittorio Messori, sobre las Cruzadas ha sido construida por los iluministas una “leyenda negra” “como arma de la guerra psicológica contra la Iglesia romana”. Messori ha escrito en el “Corriere della Sera”, el principal diario italiano, que “es, en efecto, en el siglo XVIII europeo cuando, completando la obra de la Reforma, se establece el rosario de las “infamias romanas”, convertido en canónico”.

“Por lo que se refiere a las Cruzadas, la propaganda anticatólica inventó incluso el nombre: igual que el término Edad Media, elegido por la historiografía “iluminada” para indicar el paréntesis de oscuridad y fanatismo entre los esplendores de la Antigüedad y los del Renacimiento. Por descontado que quienes, hace novecientos años, asaltaron Jerusalén, se habrían sorprendido bastante si alguno les hubiera dicho que estaban realizando lo que se llamaría “primera Cruzada”. Aquello para ellos era itinerario, “peregrinación”, recorrido, pasaje. Aquellos mismos “peregrinos armados” se habrían sorprendido aún más si hubieran previsto que les sería atribuida la intención de convertir a los “infieles” o de asegurar vías comerciales a Occidente o de crear “colonias” europeas en Medio Oriente…”.

Messori revela que, lamentablemente, “en Occidente, la oscura invención “cruzada” ha acabado por apresar en el sentimiento de culpa a algunos hombres de la misma Iglesia, que no conocen como sucedieron de verdad las cosas”. Además, explica Messori, “en Oriente, la leyenda se ha vuelto contra el entero Occidente: pagamos todos –y pagaremos todavía más– las consecuencias, con el deseo de revancha de las multitudes musulmanas que piden venganza contra el “Gran Satanás”. Que no es sólo Estados Unidos, sino la entera cristiandad; aquella, justo, de las “Cruzadas”: ¿No son quizá los occidentales mismos quienes insisten en decir que ha sido una terrible, imperdonable agresión contra los píos, devotos, mansos seguidores del Corán?”.

“Y sin embargo –revela el conocido escritor– hay una pregunta que deberemos hacernos: en el marco más que milenario de las relaciones entre Cristiandad e Islam, ¿quién fue el agredido y quién el agresor? Cuando, en el 638, el califa Omar conquista Jerusalén, ésta era ya desde hacía más de tres siglos cristiana. Poco después, los seguidores del Profeta invaden y destruyen las gloriosas iglesias primero de Egipto y luego del norte de Africa, llevando a la extinción del cristianismo en los lugares que habían tenido obispos como San Agustín. Toca luego a España, a Sicilia, a Grecia, a la que luego se llamará Turquía y donde las comunidades fundadas por San Pablo mismo se convierten en cúmulos de ruinas. En 1453, tras siete siglos de asedio, capitula y es islamizada la misma Constantinopla, la segunda Roma. El rodillo islámico alcanza los Balcanes, y como por milagro es detenido y obligado a retroceder ante los muros de Viena. Si se execra justamente la masacre de Jerusalén en el 1099, no se debe olvidar a Mahoma II en 1480 en Otranto, simple ejemplo de un cortejo sangriento de sufrimientos”.

Messori concluye su reflexión haciendo algunas preguntas: “Todavía hoy: ¿qué país musulmán reconoce a los otros que no sean los suyos, los derechos civiles o la libertad de culto? ¿Quién se indigna ante el genocidio de lo armenios ayer y de los sudaneses cristianos hoy? El mundo, según los devotos del Corán, ¿no está dividido en “territorio del Islam” y “territorio de la guerra”, esto es, todos los lugares todavía no musulmanes que deben serlo, por las buenas o por las malas?”.

“Un simple repaso a la historia –escribe Messori– incluso en sus líneas generales, confirma una verdad evidente: una cristiandad en continua postura defensiva respecto a una agresión musulmana, desde los inicios hasta hoy (en Africa, por ejemplo, está en curso una ofensiva sangrienta para islamizar a las etnias que los sacrificios heroicos de generaciones de misioneros habían llevado al bautismo). Admitido –y probablemente no concedido– que alguno, en la historia, deba pedir excusas a otro ¿deberán ser quizá los católicos quienes se hagan perdonar por aquel acto de autodefensa, por aquel intento de tener al menos abierta la vía de la peregrinación a los lugares de Jesús que fue el ciclo de las Cruzadas?”.

La Iglesia Católica ahorra al estado 30,000 millones de euros anuales

Hala, ahí es nada.

Ahí van algunas cifras significativas del año 2005 sobre lo que la Iglesia ahorró al Estado Español:

1.- 5.141 Centros de enseñanza (Ahorran al Estado 3 millones de euros por centro al año): 990.774 alumnos.

2.- 107 hospitales (Ahorran al Estado 50 millones de euros por hospital al año)

3.- 1.004 centros; entre ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de minusválidos, de transeúntes y de enfermos terminales de SIDA (Ahorran al Estado 4 millones de euros por centro al año) 51.312 camas

4.- Gasto de Cáritas al año: 155 millones de euros (salidos del bolsillo de los cristianos españoles.)

5.- Gasto de Manos Unidas: 43 millones de euros (salidos del mismo bolsillo, una cantidad 10 veces mayor que el 0,2% -España no da el aún el prometido 0,7%- programado en los presupuestos generales del Estado para promoción del tercer mundo este año.)

6.- Gasto de las Obras Misionales Pontificias (Domund): 21 millones de euros (5 veces mayor que el ya mencionado 0,2 %, ¿Imaginan de dónde sale?)

7.- 365 Centros de reeducación social para personas marginadas tales como ex-prostitutas, ex-presidiarios y ex-toxicómanos ( 53.140 personas. Ahorran al Estado, medio millón de euros por centro)

8.- 937 orfanatos (10.835 niños abandonados, Ahorran al Estado 100.000 euros por centro)

9.- El 80 % del gasto de conservación y mantenimiento del Patrimonio histórico-artístico eclesiástico.

El arzobispo de Zaragoza, monseñor Ureña, ha calculado el gasto total ahorrado al Estado en 36.060 millones de euros al año.

El prestigioso economista José Barea lo ha reducido a 31.189 millones de euros.

Sacado de Aqui.

“La Santa Sede y los obispos españoles salvaron miles de vidas republicanas tras la guerra civil”

La Santa Sede tardó dos años en reconocer el régimen de Franco, desde que estalla la guerra en 1936, y mantuvo relaciones diplomáticas con la República hasta 1938. Por tanto, la acusación de que la Iglesia estaba con Franco desde el principio es históricamente falsa. Respecto a los obispos españoles, tardaron un año en reconocer el levantamiento militar, y hasta prácticamente el final de la guerra no hubo un reconocimiento oficial completo por parte de la Santa Sede.

La prudencia diplomática del Vaticano es muchas veces dolorosa, pero hay que aceptarla. Más de 1000 años de historia, pero esto es ya pasarse:

Hizo varias gestiones [el Papa Pío XI], para impedir que estallara la guerra, para mediar entre Franco y los republicanos para que cesaran las hostilidades, pero los llamamientos del Papa no fueron escuchados por nadie. Aún al final, en la Navidad de 1938 (la guerra acabó en marzo del 39), el Papa hizo personalmente un llamamiento a la paz a Franco, y éste le contestó que una guerra era una guerra y que sólo podía terminar con la victoria de uno y la derrota de otro, y que por consiguiente cualquier tregua o interrupción sólo iba a servir para alargar el sufrimiento.


Tan sólo añadir los datos de los dos libros escritos por este señor (Lamentablemente no recuerdo ni su cargo, pero si atiné a guardar los libros) uno está ya publicado y otro lo será en breves: "Caídos, víctimas y mártires", editado por Espasa-Calpe, y "Pío XI entre la República y Franco", próximamente editado por la BAC

El Islam y la herencia griega: el fin de un mito

RODRIGO AGULLÓ

Europa debe al Islam la recepción del patrimonio cultural y filosófico griego. La sabiduría griega, olvidada durante los siglos oscuros de la alta Edad Media, fue transmitida a Europa por los pensadores musulmanes. Filósofos como Avicena y Averroes, y los traductores abbasidas o de la Escuela de Toledo, habrían hecho posible la eclosión filosófica en Occidente. Los comentadores árabes de los filósofos griegos conciliaron la racionalidad y la Religión. De este modo, si Europa es a la vez griega y cristiana, lo es gracias al trabajo filosófico musulmán. La unión de la razón y de la fe tuvo lugar en… Bagdad. La luz viene de Oriente…
Ésta es la vulgata que ha prevalecido en la versión oficial de la historia cultural europea durante las últimas décadas. Un relato que presenta a una Europa sumida en la oscuridad y en la barbarie, a la zaga de un Islam ilustrado al que debería su despegue cultural. La moraleja final es que Europa debe reconocerse en sus raíces arabo-musulmanas, y aceptar su esencia multicultural.
Una versión oficial que salta en pedazos en una obra recién publicada en Francia: Aristóteles en el Monte Saint-Michel. Su autor, el medievalista Sylvain Gouguenheim, es profesor de Historia y especialista en las cruzadas y en las órdenes militares medievales. Para el autor, esta imagen del “Occidente bárbaro” frente al Islam ilustrado es una idea sesgada que deriva más de los prejuicios ideológicos que del análisis científico. Y la tesis según la cual Aristóteles y otros autores griegos se habrían perdido definitivamente para Europa de no ser por el Islam es falsa.

Un análisis sin concesiones

Gouguenheim señala que esta historia se sustenta en la omisión de una parte fundamental de la realidad cultural europea en la alta Edad Media. Se olvida la supervivencia de la cultura clásica en el Imperio bizantino, así como la importancia de los intercambios culturales y la circulación de estudiosos y de manuscritos entre Bizancio y Occidente. Se omite la permanente atracción por la Grecia antigua en los focos culturales de los primeros siglos de la Edad Media. Se pasa por alto el componente cultural griego en la religión cristiana, y la labor de los traductores del griego al latín. Se desestima el papel de los cristianos de oriente, y el de los sabios nestorianos que, en un esfuerzo secular de traducción del griego al siríaco y del siríaco al árabe, conservaron el saber griego y lo transmitieron a sus conquistadores musulmanes.
También se subestima la existencia de activos centros de mantenimiento de la cultura griega en Europa, como Sicilia, Roma o Salerno. Y sobre todo, se ignora la obra inmensa de traducción de Aristóteles llevada a cabo a comienzos del siglo XII, en pleno corazón de Europa, por Jacobo de Venecia y los monjes del Monte Saint-Michel. Un episodio que constituye el “eslabón perdido” en la historia del paso de la filosofía aristotélica desde el mundo griego al mundo latino.
La obra de Gouguenheim pone de relieve cómo la helenización del mundo islámico —obra sobre todo de árabes cristianos— fue mucho más limitada de lo que normalmente se piensa. Y por otra parte, subraya el carácter ajeno al mundo griego de gran parte de la filosofía islámica de Avicena o Averroes.
Quede claro que este historiador francés no pretende sustraer méritos ni a la labor de los intelectuales musulmanes ni a la importancia de la cultura islámica. Lo que trata es de situar las cosas en su justo término. Para Gouguenheim “la historia del desarrollo cultural de la Europa medieval, y en particular la reapropiación del saber griego, densa y compleja, no obedece al esquema demasiado simple y lineal que se impone hoy en día”. El objetivo del historiador frnacés es apuntar al reequilibrio científico de una visión unilateral y sesgada.”

Extraños compañeros de cama

Como no podía ser menos, el libro ha provocado un considerable escándalo. El establishment intelectual se ha rasgado las vestiduras, y ha tocado a degüello. Con el talante democrático y el amor por la libertad de expresión que les caracteriza, los doctores del multiculturalismo han respondido. No con la refutación, sino con el insulto. Y con la llamada al “policía del pensamiento” de turno. En un manifiesto de “56 investigadores internacionales” aparecido en Liberation (un manifiesto siempre es preceptivo en estos casos) los “abajofirmantes” denuncian el intento de “revisión” de la historia y el “racismo cultural” del autor. En el mejor estilo neo-estaliniano, las peticiones e invectivas aluden a las supuestas “reservas mentales” del autor, y alertan sobre sus presuntas “amistades”. Un grupo de profesores y alumnos de la Escuela Normal Superior (centro de trabajo de Gouguenheim) ya han exigido una encuesta interna. El editor está teniendo problemas. Y ya desmelenado, el padre de la criatura del “Islam de las Luces”, el filósofo Alain de Libera, lanza una fatwa contra “los amantes de las cruzadas que llaman al público a la gran movilización contra los “sin papeles””. En resumen, el recital argumentativo habitual de los héroes de la tolerancia multicultural: ¡racista, ¡fascista!, ¡fascista!, ¡maldito!, ¡maldito!
En vano el autor ha rechazado toda vinculación con la extrema derecha, y en vano ha recordado que pertenece a una familia de antiguos resistentes, a cuyos valores permanece fiel. Pero lo más irónico del caso es lo siguiente.
El libro de Gouguenheim incluye un anexo con una carga de profundidad contra la orientalista alemana Sigrid Hunke. En un libro de notable repercusión publicado en 1960, El Sol de Alá brilla sobre Occidente, Hunke venía a decir que nada en el medioevo cristiano tenía valor si no tenía un origen árabe o musulmán. Apoyándose en multitud de ejemplos, la autora presentaba un Islam civilizador, pionero y de genio excepcional, al cual Occidente debería prácticamente todo: filosofía, matemáticas, ciencia experimental, tolerancia religiosa etc.
Gouguenheim desvela el trasfondo ideológico de la autora: miembro del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) desde 1937, Sigrid Hunke realizó su tesis doctoral en la Universidad Humboldt de Berlín, bajo la dirección del teórico racialista Ludwig Ferdinand Clauss. A partir de 1940 colaboró en las actividades de la Germanistichen Wissenschafteinsatz de las SS, y obtuvo una beca del instituto Ahnenerbe (Herencia Ancestral) patrocinado por las SS. Con el apoyo personal del Reichsführer Himmler, entró en contacto con el Gran Mufti de Jerusalem, Al-Husseini, colaborador del III Reich en Oriente Medio.
El pensamiento de Hunke se inscribía en un retorno a los valores ancestrales de la Alemania pagana apoyado desde importantes sectores de la Alemania nazi, y estaba orientado por una marcada hostilidad al cristianismo, al que juzgaba ajeno al alma alemana y oriental. En contraste con ello —señala Gouguenheim— Hunke veía en el Islam la antítesis absoluta del judeocristianismo: una civilización que aúna la energía marcial con el refinamiento cultural. En virtud de sus tesis, esta autora no ha dejado de ser periódicamente revisitada por extremistas de izquierda y de derecha.
Vemos por tanto que, puestos a buscar “amistades peligrosas”, al filo-arabismo de nuestros días también podrían salirle extraños compañeros de viaje.
En cualquier caso, como señala Sylvain Gouguenheim en su libro, no es el sol de Alá, sino el sol de Apolo el que brilla sobre Occidente.

Alfredo Arnestoy sobre el Valle de los Caídos

Antes de la promulgar la Ley de la Memoria Histórica, quizás convenga derogar la «Ley del Silencio» que, en perjuicio de todos, vencedores y vencidos, ha regido en torno a lo que ocurría en el Valle de los Caídos.

Así se explica que, como nunca se dieron a conocer datos sobre la construcción de la obra, el informe elaborado en 2006 por el socialista maltés Leo Brincat para el Consejo de la Unión Europea «con objeto de que se condene internacionalmente a la dictadura franquista», insista en cifras que, después de muchas investigaciones, han sido rectificadas.

Por ejemplo, el número de presos políticos que trabajaron en las obras. Según la prensa de la época, a finales de 1943, trabajaban en el valle seiscientos obreros. Y, en el libro que escribió el arquitecto director, don Diego Méndez, se señala que «durante los quince años que duraron los trabajos intervinieron dos mil hombres (y ni todos a la vez, ni todos penados)».

O sea que es un error de bulto la cifra dada por TVE hace poco, en «Memoria de España», al decir que en las obras intervinieron veinte mil presos políticos.

Los documentos rectifican estos datos del director y elevan la cifra de obreros a 2.643, de los cuales el número de penados no eran ni un diez por ciento, 243.

De estos 243 presos políticos que se habían acogido libremente a la «redención de penas por el trabajo» –«seis días de redención por cada uno trabajado»; más de lo que, luego, estableció el Código Penal que fue de «tres días por cada dos trabajados»– y gracias a los indultos y concesiones de «libertad provisional», en 1950, nueve años antes de que terminaran las obras, asegura la Fundación Francisco Franco que ya no quedaba en el Valle ni un solo preso político; y, curiosamente, sí presos comunes que quisieron beneficiarse de condiciones tan favorables para poder redimir penas por trabajo.

Estas informaciones sobre el Valle no se hacían públicas y, en cuarenta años de periodista, yo Alfredo Amestoy, periodista y escritor sólo recuerdo una ocasión en la se habló de este tema en Televisión Española.

Por supuesto, con Franco desaparecido, en 1979, Francisco Rabal me comentó en pantalla que, en los años cuarenta, el único trabajo que encontró su padre, que era tunelero, fue el de horadar el Risco de la Nava, en cuyo interior se construiría la Basílica. Los Rabal, de ideas comunistas, estaban contratados y ocupaban viviendas que se habían construido para los trabajadores. El actor reveló también en televisión que «en la obra reinaba una gran solidaridad y los familiares de muchos de los presos que allí trabajaban dormían en nuestra casa y les dejábamos nuestras camas». ¿Cuántos muertos? ¿cuántos millones?

Con su padre también, a quien condenado a muerte se le conmutó la pena y luego se acogió a la redención de pena por trabajo, estuvo en el Valle, Gregorio Peces Barba. A los cuatro meses de permanecer allí toda la familia, el padre del político recibió la libertad condicional y explicó que «no puedo decir que he estado arrancando piedras en el Valle, sería estúpido decir eso; no hubiera sido demasiado útil arrancando piedras… yo estaba trabajando en las oficinas».

No en las oficinas sino en el dispensario estuvo otro preso que llegó de los primeros al Valle, en 1940, para redimir pena por trabajo, el doctor Ángel Lausín. Redimida la pena, ya libre, decidió quedarse en el Valle hasta el final de las obras. Su testimonio como médico titular es que «en dieciocho años de obra faraónica hubo sólo catorce muertos». Menos de los que hoy se registran en nuestras carreteras durante un fin de semana.

Se puede hablar de «obra faraónica» puesto que se trata de una de las obras más colosales no sólo del siglo sino de la historia. La Basílica es el mayor templo del mundo con una capacidad de más de veinticuatro mil personas en su nave de trescientos metros de longitud. Fuera, en la plaza, caben otras doscientas mil almas. La cruz no tiene parangón, si a sus ciento cincuenta metros, altura superior a la Torre de Madrid, añadimos su «base» que es el Risco de la Nava, de mil cuatrocientos metros de altitud. Pero el dato más increíble es que por el interior de los brazos de la cruz, un crucero de 46 metros, pueden circular simultáneamente dos automóviles.

En cuanto al costo de una obra de tales proporciones se han barajado cantidades astronómicas, reprochando al régimen de Franco un gasto impropio de un país empobrecido. Las últimas cifras conocidas hablan de que, al cerrarse las cuentas, se habían invertido 1.033 millones de pesetas; al parecer hace tiempo amortizadas con los cuatrocientos mil visitantes anuales que contabiliza el Patrimonio Nacional en éste que es su tercer monumento más visitado, tras el Palacio Real y El Escorial.

Por otra parte, los mil millones de pesetas, que si bien entonces hubieran permitido construir tres estadios como el Santiago Bernabeu, hoy son «sólo» seis millones de euros, que es el precio que puede pagar por un jugador cualquier equipo de fútbol español de primera división.

El «salario del miedo» en los trabajos forzados Frente a las acusaciones de represión y «esclavitud», que adjudican al franquismo en la obras del Valle los grupos de izquierda y que reclaman recuperar la Memoria Histórica, la derecha presenta documentos con el objeto de demostrar que los presos, además de descontar tiempo de pena por trabajo, percibieron, al principio, un jornal mínimo de siete pesetas más la comida, que pronto se elevó a diez pesetas diarias, más pluses por trabajo a destajo o por peligrosidad, lo que unido a vivienda y escuela gratuitas les permitió llevar a sus familias a residir en el Valle.

Nos recuerdan que un sueldo de trescientas a cuatrocientas pesetas mensuales, en los años cuarenta, y primeros «cincuenta», era lo que cobraba un profesor adjunto en la Universidad. Y el médico del Valle, el ya mencionado Dr. Lausín, superaba las mil pesetas mensuales, como el maestro, don Gonzalo –ex condenado a muerte– mil también; o el practicante, el señor Orejas, que cobraba más de quinientas… Nos recuerdan que ya en l950 no había penados.

Y que la España de finales de la obra no tenía nada que ver con la de los años cuarenta. Lógico; en l959, cuando se inaugura el Valle de los Caídos, ya lleva tres años funcionando en España la televisión y hay casi un millón de receptores; visita nuestro país y abraza a Franco el vencedor de Hitler, Dwight D. Eisenhower, presidente de los Estados Unidos; y, en el mes de diciembre, un tren de alta velocidad entonces, el TALGO, une Madrid y Barcelona. S

e considera pues un despropósito la cifra de cincuenta céntimos que se ha llegado a publicar como salario que recibían los penados. Cabe pensar que tal insultante cantidad no hubiera sido consentido por los falangistas, como José Antonio Girón, ministro de Trabajo a la edad de veintinueve años, y que emprendió una política social que asustó a la derecha conservadora; ni tampoco por los arquitectos Muguruza o Méndez, autor y director del proyecto, ni por el progresista Juan de Ávalos, el artífice del conjunto escultórico del Valle de los Caídos.

Juan de Ávalos, gran amigo mío hasta el punto de que una semana antes de fallecer el pasado mes de julio, a la edad de 94 años, me llamó para que juntos visitáramos a monseñor Astilleros y le convenciéramos para colocar en la Catedral de Madrid una figura en suspensión de Cristo Resucitado, era un republicano de izquierdas, carnet número 5 ó 7 del PSOE de Mérida. Este dato no impidió que Franco le encargara la realización de su empresa predilecta. Ávalos explicaba que él ganó «un concurso para hacer unas estatuas con un equipo donde no había 'esclavos' y que fue una obra hecha con la vergüenza de haber sufrido una guerra increíble entre hermanos y para enterrar a nuestros muertos juntos». El famoso escultor nunca me quiso decir la cantidad que cobró por las gigantescas cabezas de los evangelistas que figuran al pie de la Cruz, por las virtudes y por la piedad, pero hay que pensar que fue bien retribuido.

Tampoco estuvo mal pagado otro escultor, autor del auténtico protagonista del Valle, el Cristo «vasco» que preside el altar mayor de la Basílica. Nos referimos al artista guipuzcoano Julio Beobide. Porque en el Valle, como en «el monte del olvido» de la canción, están clavadas no una sino dos cruces. El generalisimo «pasó» de política en el valle En realidad las dos cruces del Valle son «vascas». Pedro Muguruza es el «padre» de la del exterior, la de 150 metros, y Beobide de la del interior, la del altar.

En 1940, Franco, siempre previsor –recuerden lo de «atado y bien atado»–, respecto al Valle, lo tenía todo «cortado y bien cortado». Hasta la madera para hacer su pieza favorita: un gran crucifijo que en el altar mayor de la Basílica es lo único que permanece iluminado durante la Consagración, cuando se apagan todas las luces del templo. La madera para hacer la cruz de este Cristo la había elegido el propio Franco en la Sierra al ver la forma de una rama de una sabina. La sabina es apreciada por su madera hermosa, fuerte y olorosa, ideal para fabricar violines y castañuelas. Pero ahora venía lo más difícil: tenía que buscar alguien capaz de tallar «el Cristo más importante del siglo XX».

Y el Caudillo volvió a tener lo que le atribuían los moros: «baraka», suerte. Ese mismo verano, al ser invitado a una fiesta que daba el pintor Zuloaga en su casa de Zumaya, descubre en su capilla una figura que le deja deslumbrado. Es, precisamente, el Cristo que siempre había soñado para el altar mayor del Valle. Le pregunta quién es el autor de esta talla que el propio Zuloaga había policromado. Don Ignacio duda si ocultárselo, pero le acaba confesando que es de Beobide, un escultor nacionalista vasco. Zuloaga también engaña, al principio, al escultor diciéndole que un americano se ha interesado por una copia del cristo que había hecho para su capilla. Franco sorprende a Zuloaga cuando le contesta que no le importa cómo piense políticamente el escultor. Además, lo que él quiere es que ese Cristo, en el altar del Valle de los Caídos, sea el símbolo de la conciliación. En ese momento el Cristo de Beobide empezó a entrar en la leyenda, y a circular en torno a él una curiosa historia. Para salvar la cara al pobre Beobide se contó que Zuloaga, cuando encarga al escultor otro Cristo para un americano, le oculta quién es el cliente, «porque de saber su destino jamás hubiera realizado el trabajo». Una falacia porque Beobide supo pronto para quién y para dónde era el Cristo que le pedía Ignacio Zuloaga. Y la prueba es el talón, por veinte mil pesetas –lo que entonces costaba un buen piso– que se le ingresa en su cuenta bancaria por orden de Franco, según se le comunica en carta de la Jefatura del Estado, que obra en nuestro poder, fechada en el Palacio de Oriente el 23 de Junio de l941, un año después de la visita del general a Zumaya, y donde se le pide «acuse de recibo».

Franco murió sin saber que le enterrarían en el Valle Parece que el acierto de Franco en la elección del artista fue total. Beobide, sobre todo en la talla de Cristos, es heredero de sus maestros, Berruguete, Montañés o Mena… Pero, a pesar de todo, Franco nunca pensó en que le enterraran bajo ese Cristo.

A Franco, otra vez la «cara» y la «cruz» del Valle, por culpa de las «broncas» que le organizaban allí los falangistas, creo que ya no le gustaba que le llevaran a Cuelgamuros… «ni vivo, ni muerto».

Pero le ocurrió lo de siempre y, a quien nadie se había atrevido a contradecir en vida, no se le respetó su última voluntad. Franco tenía previsto que le enterraran en el Cementerio de El Pardo, donde descansan todos los personajes del Régimen, pero al ver que su muerte estaba próxima, su familia y los altos cargos del Estado, incluido el Príncipe Juan Carlos, deciden que su cuerpo descanse en el Valle de los Caídos. Y es el futuro rey quien ha de solicitar el enterramiento a la comunidad benedictina que rige la Basílica. Hace poco la periodista Victoria Prego ha publicado algún dato más que confirma esta realidad: «En los últimos días de la enfermedad del general, Arias Navarro preguntó a su hija Carmen si se le iba a enterrar en el Valle y la respuesta fue 'No'». Y continúa Prego: «Lo que sí consta es que las obras para acondicionar una tumba al otro lado del altar se realizaron a toda prisa, estando ya el dictador irremediablemente enfermo».

Así fue y yo aporto este otro dato que aclara definitivamente que Franco no construyó el Valle para que fuera su gran mausoleo: De labios de un oficial de su escolta, dueño de la librería en el Mercado de los Mostenses, de Madrid, al que encargaron preparar su tumba en un par de semanas, escuché los problemas que hubo que resolver, incluso de inundación por rotura de cañerías, para hacer una fosa imprevista detrás del altar, ya que en su día sólo se hizo el hoyo para enterrar los restos de José Antonio que se habían depositado, antes, en El Escorial.

Pero dejemos que Victoria sume otro argumento valioso: «Consta también, y hay testimonio de ello, que a comienzos de los 70, Franco envió a su mujer a visitar la cripta de la ermita del cementerio de El Pardo, que está adornada por los mismos artistas que participaron en la decoración del Valle de los Caídos. Y consta que en esa cripta había una urna funeraria con capacidad sobrada para dos cuerpos y que, una vez enterrado Franco en Cuelgamuros, esa urna fue retirada.

Y finalmente consta que allí reposan ahora en solitario los restos de su viuda, Carmen Polo». ¿Cuántos restos, además de los de José Antonio y Franco, hay de verdad en el Valle de los Caídos? La cifra, siempre discutida, se ha movido de setenta mil a treinta mil. Pero ya está bien de contar muertos. Que descansen todos en paz debajo de las dos cruces: la de fuera, del arquitecto vizcaíno Pedro Muguruza, y la de dentro de la Basílica, del escultor guipuzcoano, Julio Beobide. Vasco era también Carmelo Larrea, el autor de la canción «Dos cruces» donde se decía que «están clavadas dos cruces en el monte del olvido». No estaría mal que también el Valle de los Caídos fuera «el Valle del Olvido». No siempre es bueno recordar y ya es un tópico que «hay que recordar para no repetir». Lo mejor para no repetir es perdonar. Y olvidar. No puede ser lo de «yo perdono pero no olvido». Hay que olvidar todos los muertos; los mil muertos de ETA y los millares de la Guerra Civil. Este «perdón histórico» y con «olvido colectivo» puede ser, además, «políticamente más correcto».